Estimados estudiantes y padres de
familia, para el segundo bimestres la forma de trabajo será de la siguiente
manera:
- Los estudiantes en su domicilio deberán leer el tema ( que se
encuentra en el blog)
- Luego en su cuaderno deberán elaborar un organizador visual TAREA
PRECLASE ( a manera de resumen del tema leído). Pueden incluir palabras
nuevas ( con su significado) y/o inquietudes del tema
(preguntas para el profesor)
- Los estudiantes visualizarán un video relacionado al tema.
- Después de ver el video deberán responder (en su cuaderno) las
preguntas que se encuentran en la parte inferior del video TAREA PRECLASE
- Además según el tema se pueden incluir: análisis/comentarios de
lecturas (con preguntas) , prácticas virtuales ( a desarrollar on line),
noticias,pensamientos y datos curiosos que mejoren tu aprendizaje de las
ciencias sociales.
Espero de esta forma
contribuir con la mejora de los aprendizajes de todos los estudiantes. Estoy
seguro que este proyecto tendrá éxito en la medida que el trabajo personal en
casa (con el apoyo de la familia) sea serio, a conciencia y con responsabilidad
en todo lo programado.
Profesor Sergio
Chumbimuni Bailón.
CONOCIMIENTOS A DESARROLLAR EN EL SEGUNDO BIMESTRE 2015
El siguiente cuadro corresponde a la primera clase y debe estar en tu cuaderno.
TEMAS
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FECHA
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EUROPA EN LA MODERNIDAD
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Del lunes 11 al viernes 15 de mayo.
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Del lunes 18 al viernes 22 de mayo.
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Del lunes 25 al viernes 29 de mayo.
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Del lunes 01 al viernes 05 de junio
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Del lunes 08 al viernes 12 de junio
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Del lunes 15 al viernes 19 de junio
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Del lunes 22 al viernes 03 de julio
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Del martes 07 al viernes 17 de julio
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REFLEXIÓN N°01
TAREA N° 03.-En tu cuaderno escribe un comentario sobre la reflexión N°01.
LECTURA N°01
Ingresa al siguiente link 10 RAZONES POR QUE LA ESCUELA SE PARECE A UNA FÁBRICA
TAREA N° 04.-En tu cuaderno responde ¿Consideras ciertas y válidas las 10 razones y por qué? ¿Qué alternativas planteas para mejorar la escuela?
TEMA EL HUMANISMO Y EL RENACIMIENTO
Fuente: http://blog.pucp.edu.pe/blog/juanluisorrego/2009/05/28/humanismo-y-renacimiento-una-sintesis/
EL HUMANISMO.- Fue un movimiento intelectual nacido en Italia en el siglo XIV que buscó una ruptura con la Edad Media para rescatar el mensaje intelectual y estético de la Antigüedad greco-latina. De esta manera los humanistas se dedicaron al estudio del hombre y de la naturaleza, basándose en los autores clásicos, no en los textos medievales que orientaban todo su interés a la religión o a la intervención directa de Dios sobre la vida terrena.
Rescataron el latín como la lengua más dulce y culta. También dieron importancia al griego, al hebreo y al arameo. Esto les permitía examinar los textos originales de la Biblia, de la literatura romana, de la filosofía griega, y difundir sus comentarios al respecto. La invención de la imprenta brindó una ayuda inusitada a esta labor intelectual.
Desde 1539, la palabra francesa humaniste se aplicó a los eruditos que desde el siglo XIV hasta el inicios del XVI, se dedicaron al estudio de las lenguas antiguas para tener una nueva concepción del hombre y del mundo. Estos eruditos estaban seguros de vivir en un “renacimiento”, una época totalmente novedosa que rompía con un pasado “tenebroso”, a pesar de seguir siendo tributarios del pensamiento medieval y del cristianismo. En otras palabras: a pesar de admirar la sabiduría de los griegos y de tener un espíritu crítico, los humanistas fueron profundamente cristianos.
Por ello el humanismo tuvo en sus inicios una vertiente filológica, ayudada por la imprenta, único instrumento que permitía fijar adecuadamente un texto evitando los errores de los antiguos copistas. Entonces, la filología incentivó el espíritu crítico. El pasado y el mundo serían contemplados con nuevos ojos. La experimentación se convirtió en condición indispensable de una ciencia real: el método inductivo.
El descubrimiento de la imprenta por Juan Gutemberg, en 1455, ofreció a los humanistas un gran vehículo para difundir sus ideas. De Londres a Cracovia y de Rotterdam a Venecia, se multiplicaron los talleres de imprimir. Hacia 1500, por ejemplo, 236 ciudades europeas tenían una o varias imprentas.
Como vemos, esta nueva actitud hacia el mundo revolucionó las actividades científicas. La ciencia se convirtió en una aliada esencial para que el hombre tenga fe en el progreso, en el futuro. Los humanistas destruyeron muchas ideas que en la Edad Media se tenía del hombre y de la naturaleza, y desarrollaron nuevas bases para la investigación científica. Ya no consideran indigno para un intelectual realizar experimentos prácticos.
En esta revolución científica, por ejemplo, se mejoró mucho el trabajo de los metales. Se inventó el alto horno, se comienza a utilizar la hulla además del carbón vegetal para fundir los minerales y se descubren metales nuevos. El hierro, ahora más barato, permite los adelantos en la metalurgia y facilita a su vez el incremento de la producción “industrial”. La medicina, de otro lado, avanza de manera acelerada al perderse el horror medieval al desnudo. Muchos estudian anatomía (incluso los artistas, como lo revelan la pintura y la escultura del Renacimiento) y se descubren nuevos conocimientos sobre el cuerpo humano, considerado ahora una especie de máquina.
En todo esto, cobra importancia el uso de la razón para comprender el mundo. Ya no se trata de buscar explicaciones divinas, sino de observar y experimentar. Los intelectuales tratan de buscar y encontrar leyes que rigen el desarrollo del Universo. Podríamos decir, incluso, que con el avance de la ciencia, los humanistas trataron de dar una explicación más mecanicista sobre el hombre y la naturaleza.
El desarrollo de este espíritu crítico dio también origen a una nueva visión del pasado. En lo sucesivo, no se trataría ya de mostrar la acción divina sobre la historia (tal como se hacía en la Edad Media), sino de establecer las causas reales de los acontecimientos. Ahora se reclamaba a la historia no tanto una lección moral, sino una experiencia práctica que permitiera ejercer el poder o el gobierno por medio del conocimiento directo de la realidad.
Uno de los rasgos fundamentales del humanismo es su optimismo, un optimismo casi eufórico. El hombre, medida de todo, es el centro del Universo. Es una criatura privilegiada llamada a realizar los mandatos de Dios gracias a su pensamiento racional, don de la divinidad. Pero esa intervención de la gracia divina no frena la libertad humana, porque el hombre es bueno, libre y responsable. En síntesis, el humanismo defendió la dignidad humana.
El hombre es dueño de su destino y está situado en el centro del universo y la creación. Tal como lo planteó Marsilio Ficino (1433-1499), el hombre es el vicario de Dios en la Tierra, que usa, cultiva y gobierna todo lo de este mundo. Así es una especie de Dios, nacido para regir, no tolera la esclavitud, y es capaz de dar su vida por el bien de todos. El hombre pretende todas las cosas y se transforma en todas las cosas, aun en el mismo Dios. Como vemos, para los humanistas el hombre está situado por Dios para ser el dueño del mundo y para asemejarse al mismo Dios: es por tanto la cabeza y el alma del universo.
Libertad, belleza, felicidad, respeto de sí mismo. Esos son los nuevos valores de una sociedad que respeta una moral individual que a su vez desemboca en una moral colectiva basada en la tolerancia y la armonía entre los hombres. Quizá esto entraba en contradicción con el dogma del pecado original defendido por el cristianismo medieval. Sin embargo, para los humanistas había que reformar el cristianismo, verlo con otros ojos, y retornar a la pureza de su mensaje original. Para esto era fundamental, como sabemos, el estudio de las Escrituras y del mensaje evangélico.
En este sentido el espíritu crítico del humanismo no fue esencialmente antirreligioso. Su espíritu fue la tentativa de conciliar el mensaje antiguo y el cristiano, así como la existencia de un ansia de placer, a menudo muy carnal, con una fe profunda. En los mismos orígenes del humanismo se advierte su preocupación por el cristianismo: el esfuerzo de los filólogos tuvo como primer objetivo interpretar de la forma más exacta posible el mensaje evangélico.
Fue en todo caso, esa voluntad de volver a la pureza primitiva del cristianismo la que dio lugar a la crítica de la Iglesia como institución, a sus abusos y a sus defectos. En síntesis, el humanismo no fue un movimiento anticristiano, y menos aún ateo.
Pero todas estas ideas tuvieron que nacer dentro de un marco económico y político. No por casualidad el humanismo nace en Italia, donde sus ciudades-estado alcanzaron una economía muy próspera. En ellas el auge de las actividades comerciales permitió el surgimiento de grupos mercantiles con nuevas exigencias culturales y espirituales. El ascetismo y la autonegación, bases del cristianismo medieval, fueron de poco atractivo para una clase urbana que basaba su riqueza en el dinero.
Asimismo, en el resto de Europa, el crecimiento de los estados territoriales, ya sean reinos o principados, dotados de un complejo aparato burocrático, incrementó la demanda de un personal más calificado. Por último, el descrédito de un papado más preocupado de sus asuntos temporales que de los espirituales quebrantó profundamente la cultura emanada de la Iglesia. Las universidades, controladas por el clero, apenas atraían a los nuevos intelectuales. La cultura que se enseñaba en ellas se había anquilosado.
Esto condujo a una mayor laicización de los intelectuales. Muchos de ellos no tuvieron ahora necesidad de enseñar en una universidad para lograr prestigio y seguridad económica. La ayuda de los mecenas en este sentido fue decisiva. Pero si bien el clero perdió el monopolio de la cultura, no por ello dejó de conservar cierto control sobre ella. Muchas universidades se renovaron a la luz de los nuevos conocimientos.
REPRESENTANTES DEL HUMANISMO.- El movimiento apareció en Italia con los poetas Francisco Petrarca (1304-1374) y Juan Bocaccio (1313-1375), y florece en el siglo XV, teniendo como centro la ciudad de Florencia, gobernada entonces por Lorenzo de Médicis (1449-1492). Éste reunió a su alrededor a algunos intelectuales como Marsilio Ficino y Pico de la Mirándola (1463-1494).
Petrarca tiene que figurar tanto en la historia del pensamiento como en la literatura. En él ya podríamos encontrar al modelo del “humanista” que se puede caracterizar por su amor al mundo y a los autores de la Antigüedad. En el umbral de esta nueva era, Petrarca proclamaba la vocación del futuro de esta manera: Este sueño del olvido no durará para siempre: después de que la oscuridad se haya disipado, nuestros nietos podrán regresar al puro resplandor del pasado.
Como vemos Petrarca tenía clara la consciencia de una larga ruptura tras la caída de Roma. Esto lo combinó con la fiera determinación de alcanzar de nuevo la perfección de los antiguos: la recreación del mundo clásico sería formidable novedad y el ideal de lo moderno.
Quizá fue Giovanni Pico della Mirándola el que vio al hombre en un sentido más romántico. Según él, Dios después de crear el mundo con seres de todos los niveles, sintió la necesidad de un espectador de su obra. Por ello creó un ser aparte, el hombre, sin sitio ni nivel propios y, colocándolo en medio del Universo, le dijo: Tú que no estás sujeto a ningún límite, determinarás por ti mismo tu propia naturaleza, según tu libre voluntad, en cuya mano te he puesto.
Otro pensador humanista, Marsilio Ficino defendía hacia 1312 ideas que hoy podríamos considerar democráticas, y muy poco de su tiempo. Escribió que la soberanía residía en el pueblo que puede deponer a los gobernantes si no cumplían con su obligación de velar por el bien común.
Pero fue Erasmo de Rotterdam (1469-1536) el que mejor ilustró con su vida y obra el ideal humanístico. Fue filólogo y publicó muchos textos clásicos; también fue moralista, teólogo y consejero de príncipes. Llegó a ser sacerdote pero nunca practicó el sacerdocio: fue el modelo de un laico. Estudió en París y aprendió latín y griego para llegar a las fuentes del cristianismo primitivo y reformar la Iglesia.
En 1501 escribe un manual para ser un soldado del cristianismo, cómo debe vivir el cristiano en el mundo. Fue escrito para los laicos. En un viaje a Londres, en 1509, escribe en latín el “Elogio de la Locura” donde hace una crítica a la sociedad de su tiempo y alaba lo que critica. Es una especie de sátira social, escrita con estilo irónico. Este libro lo hizo famoso en Europa. Según Erasmo la locura podía ser una fuerza crítica, social y humana, capaz de construir utopías capaces de regenerar al hombre y a la sociedad.
Pasó la mayor parte de su vida en Suiza escribiendo y dando conferencias. Sus últimos años no fueron tan felices. En 1517 estalló la reforma protestante y hay un gran silencio por parte de Erasmo. No sabía si habían hecho lo que él buscaba. En 1524 rompe su silencio y escribe “De Libero Arbitrio” en donde dijo que no podía aceptar el luteranismo pues negaba la libertad del hombre al encontrarlo incapaz de liberarse del pecado. Para Erasmo si el hombre no era libre para cambiar su vida no era humano. Se encontró solo pues no fue aceptado ni por los protestantes ni por los católicos.
La muerte de Erasmo, en 1536, ocurre en una época en que se desvirtuaban muchos ideales del humanismo. En lugar de triunfar la paz y la tolerancia predicada por el Evangelio, el cristianismo europeo rompe su unidad y estallan las guerras de religión. Además, el idealismo de muchos humanistas los aleja de la observación del mundo real. Por ello el siglo XVI es un poco pobre en lo que se refiere al progreso científico.
En este sentido, una de las pocas figuras notables fue Nicolás Copérnico (1473-1543) autor de la teoría heliocéntrica. Para este astrónomo, nacido en Polonia, los planetas giraban alrededor del sol en órbitas circulares. Sus ideas chocaban con el “geocentrismo” del griego Ptolomeo y con las Escrituras. A pesar de la importancia de su descubrimiento, Copérnico es condenado por los teólogos y atacado por los sabios.
La crítica del mundo existente y el ansia de renovación alimentaron el discurso utópico, al construir mentalmente un mundo imaginario que el hombre podía alcanzar. La obra más célebre en este sentido fue el libro “Utopía” del humanista inglés Tomás Moro. Escrito en 1516, “Utopía” habla de una isla imaginaria, en forma de media luna con ciudades planificadas y equidistantes. Todas las casas son parecidas, no existe la propiedad privada, y todos sus habitantes se visten igual y trabajan rotando entre la ciudad y el campo. Los representantes de las familias eligen a un príncipe que gobierna en forma vitalicia.
En “Utopía” la gente aprende el oficio que más le gusta y otro que el Estado le elige para el bien de todos. Los intelectuales no hacen trabajo manual. Hay planificación demográfica, posibilidad de divorcio y todos comen en comedores populares. La riqueza se basa en el trabajo. El oro y la plata solo se usan para el comercio externo, dentro de “Utopía” solo sirven para arrojar los desperdicios.
Moro fue consejero del rey Enrique VIII. Incluso le escribe la “Defensa de los 7 sacramentos” donde el monarca rechaza el luteranismo en apoyo al papado. Pero luego Enrique VIII le consulta su divorcio y Moro no está de acuerdo. Entonces lo nombra Canciller pensando que así lo iba a apoyar en sus pretensiones y moro renuncia. El rey termina casándose con Ana Bolena y, acusado de traición, Moro es encarcelado. Fue decapitado en 1535. Antes de morir exclamó: Soy buen siervo del Rey, pero primero de Dios.
EL ARTE DEL RENACIMIENTO.- El arte del humanismo, más conocido como “Renacimiento”, reprodujo estéticamente esta nueva fascinación y estima por del individuo. Las figuras de cuerpo entero expresan un goce sin tapujos ante la forma humana. Ellas reflejan el gran optimismo de aquel tiempo sobre el hombre. Se trata de un arte burgués, humanista y antropocentrista.
De la misma forma que para el intelectual humanista la exaltación de lo bello es inseparable de la exaltación de lo verdadero, para el artista del Renacimiento, el hombre es la medida de todo. Y en este caso es también la Antigüedad clásica la que se rescata como modelo de creación. Había, entonces, que rescatar la belleza y la simetría tan cultivadas por los artistas griegos y romanos. Al momento de levantar un palacio, esculpir una figura o pintar un cuadro, había que respetar los órdenes clásicos y las proporciones del cuerpo humano.
Los artistas del renacimiento dejan de lado al gótico, caracterizado por las ojivas y las torres en forma de aguja, por un estilo inspirado en las construcciones de la Antigüedad. Ahora van a predominar las líneas horizontales, el uso del medio punto, el frontis triangular y las columnas clásicas.
La pintura mural, o los frescos, sigue gozando de gran importancia pues se dirige a las masas y no solamente a unos pocos como la pintura de caballete, el cuadro, que también se extiende. Por su parte, muchos escultores tratan de imitar los modelos clásicos, incluso recreando las figuras de los antiguos dioses paganos o escenas de la mitología griega.
Si bien es cierto la mayor cantidad de obras reflejaron temas religiosos, el renacimiento también dio paso a los temas profanos o mundanos. La representación del paisaje, con el uso debido de la perspectiva, o del retrato, tan deseado por políticos o damas de la aristocracia, van a abundar en la temática renacentista.
El Renacimiento también se caracterizó por el prestigio que adquirió el arte y el artista. Los artistas estaban organizados en gremios de artesanos y gozaron inicialmente de la misma posición social de los comerciantes. Pero al final habrían de alcanzar un honor y un prestigio muchísimo mayor que el de sus predecesores griegos o romanos. Recordemos, por ejemplo, que las 9 musas del mundo clásico omitieron a todas las artes visuales.
Otro ideal de los artistas del Renacimiento fue buscar una síntesis de lo pagano con lo cristiano. En otras palabras: cristianizar la cultura pagana. El ejemplo de “La Piedad” de Miguel Ángel es muy ilustrativo. El estilo es pagano pero el tema es cristiano.
Es conveniente destacar que el Renacimiento produjo tal riqueza artística que superó a la misma Antigüedad, de lo que estaban orgullosamente conscientes sus propios representantes. En contrapartida, las conquistas intelectuales y teóricas del humanismo no produjeron un conjunto de obras comparable al del mundo antiguo. Además, las ideas del humanismo sólo pudieron ser leídas por una élite intelectual muy reducida.
El Renacimiento contó además con otra ventaja: su arte fue adoptado de forma entusiasta por la misma Iglesia. Por ello sabemos que muchos artistas trabajaron no sólo en la remodelación del Vaticano sino en el embellecimiento o construcción de muchas iglesias en Italia y el resto de Europa.
Etapas y representantes en Italia.- Algunos autores hablan de un pre-Renacimiento en el siglo XIV italiano. Esta época, conocida como el Trecento, tuvo entre sus figuras al gran Giotto (1266?-1337), relacionado con el pensamiento de san Francisco de Asís. Sin embargo los artistas de este siglo fueron perfectamente góticos, aunque con ciertas tendencias naturalistas y humanistas del futuro Renacimiento. Lo que sí continúa en vigencia son las dos grandes etapas de este arte:
a. El Quatrocento.- Es la etapa inicial y tiene a la ciudad de Florencia como su punto central. Destaca el trabajo de los talleres familiares y de grandes artistas como Massaccio, Donatello y Brunelleschi.
b. El Cinquecento.- Es la etapa de máxima madurez o clásica. Este período abarca de 1490 a 1520 aproximadamente. Su centro estuvo en Roma y se caracteriza por una labor más personal como la de Leonardo, Miguel Ángel y Rafael.
Leonardo da Vinci (1452-1519) fue el típico sabio humanista. Destacó en ingeniería, en arquitectura, en pintura, en escultura, en música, en poesía, etc. Para él la experimentación se convirtió en condición indispensable de una ciencia real. Esto le permitió liberarse de las ideas aristotélicas en materia de óptica, acústica y mecánica, por ejemplo. Pero para evitarse conflictos con la Inquisición, mantuvo en secreto muchas de sus investigaciones e “inventos”, que llegaron a plantear la navegación aérea y los submarinos. Entre sus obras artísticas más famosas tenemos la “Gioconda” y la “Cena”. Vivió muchos años en Milán y luego pasó a Francia llamado por el rey Francisco I.
Junto a Leonardo la personalidad más célebre del Renacimiento fue Miguel Ángel Buonarotti (1475-1564). Fue pintor, escultor, arquitecto y poeta. Estudió en Florencia y luego pasó a Roma. Trabajó para los Médicis y los papas Julio II y Pablo III. Sus obras más destacables son la cúpula de San Pedro del Vaticano, en Roma; las tumbas de los Médicis, en Florencia; los frescos de la Capilla Sixtina en el Vaticano; y las esculturas “El Moisés” “La Piedad” y “El David”.
Entre los pintores el que más destacó fue Rafael Sanzio (1483-1520). Formado por Perugino, asimiló las lecciones de Leonardo y Miguel Ángel. Se le considera el último exponente del Renacimiento clásico y uno de los iniciadores del manierismo. Trabajó desde 1508 para el Vaticano. Entre sus obras más conocidas se encuentran la “Escuela de Atenas” donde representa a los filósofos de la Antigüedad y una gran cantidad de Madonas (vírgenes) y de retratos.
Otros representantes del Renacimiento italiano fueron Lorenzo Ghiberti, Andrea Verrocchio, Fra Angelico, Sandro Botticelli, Fra Filippo Lippi, Piero della Francesca, Paolo Ucelli, Domenico Ghirlandaio, Giorgio Vasari y Benvenuto Cellini, entre otros.
El Renacimiento fuera de Italia.- Desde finales del siglo XV la difusión, gracias a la imprenta, de publicaciones relacionadas con técnicas artísticas desarrolladas en Italia y por el viaje fuera de la península de algunos artistas italianos que son requeridos por príncipes o monarcas, se difunde el Renacimiento por toda Europa.
Sin embargo esta difusión traerá algunos contratiempos. Por lo general va a sufrir resistencia y algunas adaptaciones a las tradiciones artísticas locales. Por lo tanto este “renacimiento” varía según cada país. Por ejemplo en Holanda la influencia italiana choca con una rica tradición, el arte flamenco del siglo XV, muy rico e innovador, representado entre otros por Juan van Eyck , el Bosco y Brueghel.
En Francia, hacia mediados del siglo XVI, se forma un estilo clásico propiamente francés que combina la técnica greco-latina, el Renacimiento italiano y las tradiciones locales. Algo parecido ocurre en Alemania con Alberto Durero, magnífico dibujante, y Lucas Cranach.
Finalmente, en España es Felipe II quien manda a construir el monasterio de El Escorial, que también sirvió de iglesia y palacio, con un estilo clásico muy españolizado. En este sentido, la arquitectura renacentista se inició con el plateresco, donde la piedra se talla como pieza de orfebrería, y el herreriano, un estilo más austero como el ya mencionado Escorial.
El ocaso del Renacimiento: el manierismo.- Durante 1530 y 1580 aproximadamente, el Renacimiento dio paso al manierismo. Ahora el arte desplazó su interés del tema representado a la manera de representarlo: cada artista introduce su “maniera”.
El manierismo fue un arte aristocrático, elitista y cortesano, frente a la condición burguesa del Renacimiento. Fue eminentemente anti-clásico y anti-burgués. Sus centros fueron las cortes europeas o las ciudades donde se ejercía algún tipo de poder político: Roma, Venecia, Praga, El Escorial o Fontainebleu en Francia. Es un arte más dramático, se olvida ya del equilibrio y la sobriedad renacentistas y es el preludio de una época que se avecina más trágica: las luchas religiosas entre reformistas y contrarreformistas, y el inicio de los imperios absolutistas. Para muchos el manierismo fue el puente entre en Renacimiento y el barroco.
Por todo ello, el manierismo expresa sentimientos vivos, desequilibrios emotivos, afectamientos, expresividades y misticismos exaltados, frente a la serena calma renacentista.
El arte manierista busca impactar en el ánimo del espectador utilizando todos los recursos estilísticos que tiene a la mano: desproporciones, juegos cromáticos, pinceladas vistas o diluidas, juegos de perspectivas, escenografías apabullantes, ambientes tenebrosos, una movilidad imposible, entre otros recursos. Mientras el Renacimiento pretendía siempre hablar “del” y “al” hombre, al manierismo le interesaba cómo impactar al espectador en base a una serie de recursos propios del artista.
Se trata, entonces, de un arte muy elitista, incapaz de ser comprendido por el gran público. Trata temas esotéricos o muy intelectualizados. Busca el capricho, la rareza, el sinsentido, la irrealidad, el efecto, el refinamiento y la exquisitez. En fin, el manierismo representa el ocaso de un esplendoroso siglo XVI que pronosticaba el trágico siglo por venir. Así lo demuestran, por ejemplo, las obras de Tiziano, El Veronés, Tintoretto, El Greco y Giambologna, entre otros.
TAREA N°05.- Luego de leer el texto, ahora en el cuaderno elabora un organizador visual (a manera de resumen) puedes incluir palabras nuevas ( con su significado) e inquietudes del tema ( preguntas para el profesor) que no comprendes.
VIDEO: EL RENACIMIENTO
VIDEO: EL RENACIMIENTO
TAREA N°06.- Luego de ver el video responde en tu cuaderno:
- ¿Qué significó el renacimiento?
- ¿Entre qué siglos se desarrolló?
- ¿Por qué se le llamó renacimiento?
- ¿Dónde surge?
- ¿Por qué eran rivales los nobles y burgueses?
- ¿Qué representantes del renacimiento existieron?
- ¿Qué descubrimientos principales existieron?
- ¿En qué se diferencia el teocentrismo y el antropocentrismo?
- ¿Cuál es el aporte principal de N. Copérnico?
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